Ella llevaba toda la vida sintiéndose como una más del montón, sin nada especial en aquel mundo donde todo se veia en tonos sepias.
Fue creciendo, avistando pequeños colores que la iban sorprendiendo pero que ninguno realmente especial, algunos sin embargo si que eran más intensos que otros, pero a medida que iba avanzando todo volvía al tono sepía al que tan acostumbrada estaba.
Aburrida, decidió seguir caminando sin importar si comenzaba a ver esas tonalidades diferentes, no importaban ninguna la dejaba impresionada, no era nada diferente a lo que había visto hasta el momento, y estaba segura que ella podria crear la perfecta paleta de colores sin ayuda de nadie.
Sus amigas se lo intentaron explicar: todo el mundo ve el mundo de ese aburrido tono sepia, pero llegado el momento indicado y la persona apropiada, eso cambiaria y los colores la rodearian. No hizo caso y siguió su camino.
Un extraño día, sin quererlo mientras esperaba un tren que llegaba tarde, alguien se sentó justo detrás y comenzó a hablarle... intercambiaron ideas, gustos y risas.
En ningún momento se miraron, solo hablaron, perdiendo la noción del tiempo, incluyendo ese tren que estaban esperando...
Al levantar la mirada, vio el cielo estrellado, las horas habían pasado y al voltearse vio la paleta de colores mas llamativa que jamás habia visto.
Él tan solo sonrió y dijo: Eres increíble.
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